miércoles, 25 de noviembre de 2009

expo mundo rural 2009

Comienza la fiesta más esperada por los amantes de las delicias locales: la duodécima versión de la Expo Mundo Rural se inaugura hoy a las 11 de la mañana y estará abierta hasta el domingo a las 21 horas. Como siempre, la cita es en el Parque Intercomunal de La Reina y por la módica suma de $1.000 (menos de US$2 gracias a todo lo que es el desplome de la divisa) podrán degustar, disfrutar y adquirir productos de casi 200 expositores de todas las regiones del país. Además de los puestos con quesos, licores, mermeladas, salsas, mieles, conservas, fiambres y encurtidos -entre un sinfín de exquisiteces más-, habrá plantas, flores, hortalizas regionales, articulos de cosmética natural, lanas y artesanías, la tradicional granja educativa (una de mis secciones favoritas, donde yo me entiendo mejor con las ovejas y las cabritas que con las personas) y diversos eventos musicales, gastronómicos y recreativos.


Si el fin de mes las pilló con las arcas vacías, les sugiero empeñar cualesquiera alhaja familiar que posean o hacerse prontamente de un mecenas (onda Farkas o Giovanni Ananías, depende de cómo la hagan), porque esta es una oportunidad que se da solo una vez en el año. Como asistente asidua de la Expo, me permito recomendarles algunos de mis productos predilectos:
- los productos de la pyme apícola Maskemiel, especialmente los cosméticos (geles de baño, cremas y jabones).
- la mozarella fresca del Fundo Los Arrayanes de Quillaimo, en Retiro. Desde que la probé no he podido olvidarla.
- los licores artesanales Sabores del Prado Verde (OJO con el de coco. Le da mil patadas al Malibú).
- los lácteos Santa Ester, en especial los quesos frescos y ricotta con especias y el manjar con canela o con naranja.
- las salsas de ají Decamacho. No aptas para gallinetas, por si es que hubiera alguna dentro de esta comunidad... Las venden en algunos supermercados también, pero aquí hay unas promos muy convenientes y unos sets de regalo para quedar como reina con el pierno parrillero (como todo hombre que se precie de tal ha de ser, en mi modesta opinión). Aquí el que sabe, sabe.
- las barritas de cereales de Come d'Or, hay como 5 variedades distintas, en base a avena, quínoa, amaranto, frutos secos y frutas tropicales, endulzadas con miel. Las hace una señora muy aria y perseverante. Son esquisas.
- aprovechen de hacerse de, por lo menos, un buen pote grande de miel. Pueden elegir entre abejitas alimentadas de la flor nativa de vuestra preferencia: la diferencia de los sabores entre una y otra es sorprendente. Pruébenlas todas, porque ninguna es igual que la otra y seguro que hacen algún descubrimiento.
- inviertan en un buen trozo de queso que difícilmente vayan a encontrar en otras circunstancias. Por ejemplo, uno de oveja, nada que ver con el que venden en el Jumbo de tiempo en tiempo. Será caro, pero es una experiencia religiosa... Un rico quesito de cabra, fresco o maduro, con algún toque de sabor: recomiendo especialmente el con rocoto, merkén o pimentón y el con nueces. También hay riquísimos quesos de vaca e, insisto, ese mozarella... No se fije en gastos, cumpa.

- unas personitas como más sofisticadas hacen una conservas gourmet tan deliciosas como onerosas. Tienen chutneys, jaleas y confituras exquisitas que pueden convertirse en un regalo navideño de lujo. De repente pueden rajarse con alguna.
Nótese que estos son solo algunos de los highlights de años anteriores, pero siempre hay sorpresas. La Loqui seguro va a querer arrasar con los embutidos, que son de primera. Hay conservas dulces y saladas; patés, salsas y pastas; aceites de oliva; mermeladas tradicionales y exóticas; manjar y charqui de cabritas; papas de Chiloé, quínoa altiplánica, ...

Pobre de la que ande lloriqueando y/o bolseando después, porque va a ser víctima de un bullying despiadado. Yo ya cumplí con mi misión. Ahora síganme los buenos.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Ensalada de Lechuga + Cuba Libre


Les cuento... las cosas no han sido fáciles. Durante mi ausencia he participado activamente en la campaña política del díscolo lo que me ha llevado, al igual que él, a subir de peso y hacerme la mejor amiga de Álvaro Escobar.

En este complejo contexto, no me queda más que, intervenir dentro de La Olla Común y entregarle a nuestras visitantes recetas de comidas y brebajes más dietéticas y nutritivas que las ayuden a bajar de peso y sobrevivir en un mundo lleno de comida chatarra, calorías y díscolos.

Partimos con la ensalada de lechuga:
Ingredientes:
- 1 lechuga (la que tenga el Chaguito, atendido por el rico del Mauri de lunes a domingo de 9 a 12 pm - am, por el Mauri griten conmigo 1,2,3 RICO!!!!!)
- 1/4 taza de aceite de oliva, para las paltonas que puedan comprarla, el resto de la chusma lo puede cambiar por uno de maravilla Belmont y la Gata que no le reemplaze con nada, como no come aceite...
- 1/4 taza de vinagre o "aceto balsámico" como le llaman a este ingrediente que hace que la Maripa guitree.
- 1 cucharadita de sal (ojo con lo de ita porque la idea es no retener líquido).

Preparación:
Lavarla si quieren, (después de la epidemia del cólera las lechugas están limpias, sobre todo las del Chaguito atendida por el Mauri de 9 a 12 pm, griten conmigo 1,2,3 RICO!!!!!!!!!).
- Picarla con la mano.
- Echarle los ingredientes ya mencionados, servirse cuanto gusten. Exquisito.

Para acompañar esta delicatessen les recomiendo hacerlo con un "Cuba Libre" (ai me coloqué momia que atró).
Consuman un ron ojalá sobre Pampero (si no se les va a soltar la güatita, y yo no puedo hacerme cargo si el presupuesto sólo alcanza para Castillo). Aprovechen la promo de la Botillería Chagito y se me compran la Coca Cola Light.
Llegan a mi casa, pescan uno de los pocos vasos de vidrio que Bernarda aún no rompe y ponen 3 o 4 hielos de alta densidad (el tamaño depende de si sacaron de la cubeta chica o grande), tres cuatros de ron y el resto bebida. Que no quede con cuello el vaso por favor. Y ojo con el chorreo, porque tenemos parquet. Revuelven con los revolvedores que me robé del Liguria y tate, consuman cuántos deseen.

Luego de leer esto, díganme ustedes ¿No me echaban de menos?

PDLC

martes, 3 de noviembre de 2009

la Ruta del Queso I

Iniciamos, mis estimados/as comensales, una nueva saga de LA OLLA COMÚN, que se propone rendir tributo a los establecimientos que nos dispensan del alimento más deliciosamente perfecto que alguna vez haya concebido la Humanidad. Muy tolerante y respetuosa de las diferencias individuales será esta comunidad que nos aglutina, pero opino que nunca, NUNCA debiéramos admitir como integrante a alguien que no venere al alimento queso en todas y cualesquiera de sus formas. Estarán de acuerdo conmigo en que la sola visión de un buen trozo de queso la hace sentirse a una algo más cerca de la felicidad...
Comenzamos, entonces, esta serie, en un local recóndito y misterioso, ubicado en el precioso barrio patrimonial del Conjunto Empart de Ñuñoa, más conocido como “los edificios rojos de Grecia con Salvador”. En una esquina apacible y de estampa algo rural, están los Quesos de Fundo de Álvaro Morel, negocio al que se llega dateado, porque -aparte del discreto letrero que cuelga en la puerta solamente cuando está abierto- nada permite sospechar que en un chalet tan quitadito de bulla como el de Lo Encalada 771 se esconde un verdadero templo sibarítico. Sin mediar promoción alguna, este boliche se ha hecho de una fama que no solo lo ha convertido en el secreto mejor guardado de los más incondicionales amantes del queso, sino que, además, ha dado pie a una suerte de mitología asociada.



La primera referencia que tuve de este lugar fue hace unos 3 años atrás, de parte de una sabia y querida mujer quien, al menos un par de veces al mes, partía para allá como si se tratara de una peregrinación. La ocasión, que se anunciaba con absoluta solemnidad, ameritaba desplazar cualquier otro compromiso preexistente en su agenda y colocarse el mejor paletó dominguero para acudir a la suculenta cita. Un par de horas más tarde, a su regreso del periplo, las personas lanzábamos lejos las agujas y las tijeras que nos mantenían ocupadas y nos abalanzábamos sobre ella para admirar el botín: trozos colosales de quesos mantecosos y parmesanos, gruyères y frescos que, desplegados sobre la mesa cual naturaleza muerta flamenca, desataban una verdadera danza de corchos, que como por arte de magia empezaban a volar por los aires, uno tras otro, dando a lo que quedaba de la jornada de trabajo un brío muy especial.
Naturalmente, mi curiosidad felina me llevó a requerir de inmediato las coordenadas del santo lugar. Sin embargo, la cosa no era nada fácil. Nadie sabía bien la dirección y las indicaciones para llegar eran como un acertijo. “Lo mejor –me dijeron- es ir en la tarde, porque hay más posibilidades de que esté abierto”. O sea, más encima, los horarios eran totalmente azarosos y el dueño, de acuerdo a la descripción que me entregaron, era lo más parecido al soup nazi, claro que con cambio de giro.


En fin. Algunos años después de ese primer acercamiento, puedo dar fe de que la cosa no es tan así. El hefe, de buenas a primeras, no es un hombre de risa fácil, habla solo cuando es estrictamente necesario y se impacienta cuando una se coloca indecisa. Pobre del que pregunte si hay queso de cabra fuera de época, del que aventure algún reproche porque no abrió a la hora o, peor, del que se le ocurra colocarse bromista para distender el ambiente. No se le mueve ni un pelo... Pero echando mano a ese carisma que –a falta de otras gracias- le dio a una el tatita Dios, es posible sacar a la luz a un hombre atento y livianito de sangre, que incluso accede a contar con lujo de detalles cómo fue que se convirtió en el amo y señor de los quesos de la comarca.
Resulta que el negocio existe hace más de 30 años y su dueño era un francés. Sus productos pronto fueron adquiriendo buena fama en el vecindario; no así el señorito en sí, quien al parecer era entero mañoso y algo cicatero. Por su parte, el héroe de nuestra historia también trabajaba expendiendo quesos, eso sí que en todo lo que es la feria libre, junto a su padre. Estuvo años en esa, hasta que de un repente, le saltó la liebre: el franchute, tras algo más de veinte años de tiranía, se aburrió de Chile y decidió vender el local. Y ahí fue cuando este joven emprendedor –osado, resuelto y visionario; PERFECTO, a las finales- le supo dar el palo al minino. Invirtiendo lo que no tenía, adquirió la minipyme y hoy, luego de casi 10 años, se da el lujo de atender en horario ejecutivo y no se le pasa por la cabeza hacerse propaganda. Gracias al boca a boca, el boliche nunca está vacío y feligreses de todos los extremos de la ciudad llegan a él como las moscas a la miel.


Por lo que pude observar, el producto que la rompe es un mantecoso de Melipilla, que justo ese día se había acabado, calamidad que sembró la desazón entre todos y cada uno de los clientes que se apersonaron durante ese rato. Sin embargo, ante la sugerencia de otra variedad en vitrina, las volubles personitas se recuperaban ligerito del revés sufrido y al minuto (porque mi tío los despacha al toque) salían muy campantes con sus bultos. Aparte de los chancos y mantecosos traídos de acá y acullá, el queso de cabra es siempre de primera y el parmesano, si bien de origen nacional, cuenta con un sello que acredita que el proceso de elaboración es el mismo del genuino parmiggiano-reggiano; es sabroso sin ser salado en demasía y se derrite bien, no como otros que se vuelven puro aceite. La joyita de la jornada fue un gruyère traído directamente desde Holanda, delicia que el galancete abrió especialmente a modo de agasajo. Y vaya qué bien pensado estuvo. Para una que -hay que decirlo- no se peina con el gruyère y que solo ha probado el de supermercado, este, de color claro, hoyitos perfectos, sabor suave y dejo dulzón, fue una delicada sorpresa.


Además, el local le lleva todo tipo de productos afines: huevos de campo, frutos secos y mermeladas. Y a veces, si están de suerte, pueden encontrarse con alguna rareza, como aquella oportunidad en la que compré el queso de oveja más esquisito que haya probado en mi vida a un precio absurdo o cuando llega algún mozzarella de ocasión.
Para las ñuñoínas de corazón, este local es otra de las muchas razones para estar enamoradas del barrio. Para las demás, más les vale descender de sus Olimpos de una buena vez para conocer este lugarcillo que sin duda las va a cautivar.